No constituye asesoramiento financiero.
Llevo casi dos años manteniendo mi posición en ETH prácticamente a precio de entrada. Dinero inmovilizado. Sin avances. Ha permanecido ahí, como un zombi en mi cartera, mientras el resto del mercado avanzaba imparable.
Vaya gráfico maldito.
Ahora por fin muestra un PNL aceptable, pero eso no cambia que ha sido una de las operaciones más desafortunadas de mi carrera. No por la entrada ni por el planteamiento, sino porque no fui capaz de cortar pérdidas y reasignar ese capital a algo más rentable.
Eso es la mentalidad de escasez en acción. El temor a “rendirme” era tal, que prefería dejar el dinero parado durante dos años antes que reconocer mi error y buscar una mejor oportunidad.
Es un patrón que se repite constantemente. Hay traders que se sabotean, no por falta de habilidades técnicas, sino porque no gestionan bien sus decisiones financieras.
Conozco a un trader que ganó dos millones de dólares en el bull run de 2021. En 2022 lo perdió todo. Otro, presa del pánico, vendió toda su cartera ante la primera caída del -30% y luego observó cómo multiplicaba por 50 mientras él seguía en stablecoins. La misma programación psicológica, distintos desastres.
Basta observar a cualquier trader el tiempo suficiente para detectar siempre el mismo patrón defectuoso: obtienen buenas ganancias y después se sabotean porque no confían en sus propias decisiones. Un subidón del 40% termina en una pérdida del 20% por mantener demasiado tiempo. Una inversión que multiplica por diez se liquida a precio de entrada por no creer que siguiera subiendo. El que aguanta una shitcoin hasta cero es el mismo que entra en pánico y vende al siguiente rally, porque creció pensando que “más vale pájaro en mano que ciento volando”.
He pasado por ambos extremos. No por la obstinación de aferrarme pase lo que pase, ni por vender con miedo, pero he visto suficientes buenas operaciones convertirse en arrepentimiento como para reconocer la pauta. A veces aguanté demasiado. Otras, vendí antes de tiempo. El denominador común no era la estrategia ni el análisis.
Era el miedo.
No es cuestión de convicción. No es disciplina. No es confianza en la tecnología.
Por extraño que parezca, probablemente tenga raíces en experiencias de la infancia.
La mayoría de los errores en el trading son relatos de escasez. Cada tuit de “HODL hasta el final” y cada mensaje de grupo lamentando “vendí demasiado pronto” provienen de alguien que creció creyendo que estas oportunidades no vuelven. Casi todos los traders incapaces de tomar decisiones limpias aprendieron desde pequeños que el dinero es escaso y que no se puede malgastar la única oportunidad.
Muchos traders crecieron con esa ansiedad de clase media: comprobar el saldo antes de ir al supermercado, ver a los padres discutir por las facturas, sentir que cada euro es valioso porque quizá no haya otro más.
Esa carga te acompaña al trading como una maldición.
Imagina que obtienes un 40% de beneficio en una operación. Tu mentalidad de escasez empieza a calcular: “Si aguanto un poco más, esto me puede cambiar la vida”. Y esperas. Y esperas. Hasta que ves desaparecer tus ganancias porque no pudiste conformarte con ese 40%.
O al revés: logras un 40% y tu cerebro te susurra: “Coge el dinero y sal corriendo. Quizá no vuelvas a verte en positivo”. Vendes y ves cómo sube hasta un 400% mientras te lamentas en liquidez por no confiar en el planteamiento.
La mente de escasez elige el trauma financiero antes que la libertad financiera.
Ambas respuestas nacen del mismo origen: creer que las oportunidades son limitadas y valiosas.
La economía conductual lleva décadas estudiando esto. Cuando creces bajo presión económica, tu cerebro se programa para ver cada decisión como potencialmente catastrófica. Esa programación infantil controla tu cuenta de trading y, probablemente, te cuesta dinero.
Existe otro perfil de trader en estos mercados. Suele haber crecido con dinero, o al menos cierta estabilidad financiera. Toman decisiones sin drama. Dejan correr los ganadores, cortan los perdedores, ajustan el tamaño de las posiciones con acierto. Sin apego emocional ni bucles de “y si…”.
De verdad creen que surgirán más oportunidades. Muchos otros, no.
El trader abundante piensa: “Dejo correr la posición ganadora y gestiono el riesgo. Siempre habrá otra oportunidad”. El de escasez cree: “Esta puede ser mi única ocasión para lograr la libertad financiera, así que debo asegurarla ya o dejarla correr hasta cero”.
Uno de estos enfoques crea riqueza; el otro, ansiedad.
La mentira más costosa de las criptomonedas no es “diamond hands” ni “siempre toma beneficios”. Es pensar que existe una decisión perfecta para cada operación.
En realidad, lo que nos mueve es el miedo: miedo a perder la ocasión, a cometer errores, a que si fallamos no habrá otra oportunidad igual.
Esto es universal. Algunos traders, los “maximizadores”, no logran decidir porque cada operación debe cambiarles la vida. Dejan que los ganadores se conviertan en perdedores por retener demasiado tiempo; venden demasiado pronto y ven cómo el activo se dispara; aumentan posiciones en vez de gestionar riesgos. Tratan cada decisión como si fuera irrepetible.
No operan el mercado, sino sus traumas de infancia.
La mentalidad de escasez afecta no solo al trading, sino a toda tu relación con el dinero y las oportunidades.
En una ocasión, multipliqué una posición por cinco y fui incapaz de recoger beneficios. Observé cómo en tres meses regresaba al punto de partida, paralizado por miedo a “vender pronto”. Pero también he vendido en pánico posiciones ganadoras con un 30% de beneficio que después multiplicaron por diez porque no me creí merecedor de esa subida.
La mentalidad de escasez genera automanipulación concreta:
Parálisis de decisión: no sabes cuándo comprar, vender o mantener porque temes que cualquier acción lo arruine todo. Te bloqueas y no gestionas el riesgo con dinamismo.
Pensamiento binario: cada operación te parece “aguantar siempre” o “vender ya”. No confías en tu juicio para escalar posiciones de forma gradual.
Distorsión del riesgo: o te la juegas todo a una carta o no asumes ningún riesgo real. No encuentras el equilibrio donde realmente se crea patrimonio.
La solución no es necesariamente terapia ni meditación —aunque la segunda ayuda—, sino entrenar la mente para concebir el dinero como un recurso renovable, no limitado.
Empieza a preguntarte: “¿Qué haría alguien con 10 millones de euros en esta situación?” Seguro que no aguantaría caídas del 80% por “creer en la tecnología”, ni vendería ante la primera subida del 20% por temor a la volatilidad.
Los traders experimentados y con gran cartera no se dejan llevar por cada operación. Su foco está en la gestión del riesgo y el tamaño adecuado de la posición, no en el retorno absoluto. Prefieren decidir con coherencia antes que buscar la perfección.
Esto es lo que me habría gustado saber hace cinco años, y lo que veo que aplican quienes triunfan:
Pensar en escenarios, no en absolutos. Antes de operar, fija varios objetivos de beneficio y niveles de riesgo. No dejes que la mentalidad de escasez te engañe: no hay una única jugada correcta.
Dimensiona las operaciones como si ya fueras millonario. Si tuvieras un millón de euros, ¿arriesgarías todo a una sola altcoin? Entonces, ¿por qué hacerlo con una cuenta de 10.000 euros?
Gestiona el riesgo de forma dinámica. Recoge parte de los beneficios cuando la subida sea notable, aumenta si la estrategia se cumple, corta pérdidas si te equivocas. Deja de tratar cada decisión como si fuera definitiva.
Calcula el coste de oportunidad. Cada euro atascado en una mala operación es un euro que no está rindiendo en otro sitio. Cada euro que vendes en pánico podría haber seguido creciendo.
Pensar en abundancia genera más beneficio que pensar en escasez. Esa energía desesperada por buscar la perfección en cada operación suele acabar en menos operaciones rentables.
Cuando adoptas la mentalidad de abundancia, tomas mejores decisiones: recoges beneficios cuando corresponde, dejas correr los ganadores, cortas las pérdidas, esperas buenos setups, evitas operar por revancha y no entras con FOMO en los techos de mercado.
Estas pequeñas decisiones se acumulan. En vez de ciclos de subidas y caídas extremos, construyes riqueza de manera sólida y continua.
El mercado recompensa la paciencia, la disciplina y la estrategia; castiga la desesperación, la avaricia y las emociones. La mentalidad con la que operas marca la diferencia.
Aún sigo luchando contra esto. Incluso con más capital y experiencia, a veces tomo decisiones desde el miedo y no desde la lógica. La programación de escasez está muy arraigada.
Pero he aprendido a identificarla, y reconozco el mismo patrón en cada trader que consigue pasar de perder sistemáticamente a ser consistente en sus resultados.
El primer paso es admitir que esa mentalidad de escasez existe. No es culpa tuya –es un condicionamiento de la infancia–, pero sí es tu responsabilidad cambiarlo.
Tu relación con el dinero se forjó antes de aprender a andar, y probablemente te está costando dinero con cada operación. La mentalidad de escasez es pensamiento de pobreza disfrazado de estrategia.
Esto lo aprendí por las malas: he perdido más dinero por tomar decisiones basadas en el miedo que por seguir decisiones lógicas. He convertido más operaciones ganadoras en perdedoras por sobrepensar que por seguir mi plan.
Creo que este patrón arruina a más traders que cualquier mal análisis técnico o crash de mercado.
Tu programación infantil no es tu destino como inversor. Pero tienes que asumir que tu verdadero enemigo es la mentalidad de escasez. No el mercado, ni las ballenas, ni la manipulación.
Tu mentalidad pobre te mantiene pobre.
Cambia eso primero. El resto es pura táctica.